Un país de ensueño.
Hace un par
de días el gobernante de este territorio de la fantasía, en una de sus
hilarantes alocuciones me hacía pensar en esta nación de quimeras. Y vaya que
es un país singular. Para los que se preguntan dónde vivo es difícil contestar.
Mi patria limita simbólicamente con el reino de Genovia y territorialmente con
Macondo. En una encuesta de hace años dijeron que estábamos entre los pueblos
más felices del orbe. En esta maravilla de la naturaleza y cuna de la justicia.
Los panaderos ganan más que los maestros, cerca de casi dos millones por
promedio. Los que pertenecen al escuadrón móvil anti disturbios están más
protegidos que las enfermeras. Los ingenieros de sistemas trabajan apenas
durante dos horas, el resto trabaja por contrato. Los médicos trabajan las 24
horas y los senadores ninguna. Casi no se requieren psicólogos porque no hay
dilemas y mucho menos sociólogos porque todos sufrimos de amnesia. Un país
donde las iglesias están cerradas y los pastores ofrecen vídeo conferencias.
Para sus ministros de hacienda, cualquiera que gane el salario mínimo ya
pertenece de entrada a la clase media.
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