viernes, 20 de noviembre de 2020

 

Un país de ensueño. 

Hace un par de días el gobernante de este territorio de la fantasía, en una de sus hilarantes alocuciones me hacía pensar en esta nación de quimeras. Y vaya que es un país singular. Para los que se preguntan dónde vivo es difícil contestar. Mi patria limita simbólicamente con el reino de Genovia y territorialmente con Macondo. En una encuesta de hace años dijeron que estábamos entre los pueblos más felices del orbe. En esta maravilla de la naturaleza y cuna de la justicia. Los panaderos ganan más que los maestros, cerca de casi dos millones por promedio. Los que pertenecen al escuadrón móvil anti disturbios están más protegidos que las enfermeras. Los ingenieros de sistemas trabajan apenas durante dos horas, el resto trabaja por contrato. Los médicos trabajan las 24 horas y los senadores ninguna. Casi no se requieren psicólogos porque no hay dilemas y mucho menos sociólogos porque todos sufrimos de amnesia. Un país donde las iglesias están cerradas y los pastores ofrecen vídeo conferencias. Para sus ministros de hacienda, cualquiera que gane el salario mínimo ya pertenece de entrada a la clase media.

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