Si el amor comenzara por el combate absurdo, por la indignación y la melancolía, y luego viniera la inapetencia y aquella tolerancia muda y resignada, para pasar a los besos desapasionados y la costumbre de la rutina, hasta llegar al deseo irracional y repentino del otro, a los gestos que arrancan el tiempo de los relojes, a las palabras que hacen harapos las ropas, al hambre de besos caníbales y a los choques de deseo que pulverizan el aliento, si los síntomas del amor se presentaran a la inversa, entonces quedaría esperanza en el mundo.
Bienvenidos “-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza. -¿Por qué? -Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza. -Cierto. -No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.” (Platón)
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