Bienvenidos “-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza. -¿Por qué? -Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza. -Cierto. -No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.” (Platón)
miércoles, 25 de noviembre de 2020
martes, 24 de noviembre de 2020
lunes, 23 de noviembre de 2020
domingo, 22 de noviembre de 2020
sábado, 21 de noviembre de 2020
viernes, 20 de noviembre de 2020
Un país de ensueño.
Hace un par
de días el gobernante de este territorio de la fantasía, en una de sus
hilarantes alocuciones me hacía pensar en esta nación de quimeras. Y vaya que
es un país singular. Para los que se preguntan dónde vivo es difícil contestar.
Mi patria limita simbólicamente con el reino de Genovia y territorialmente con
Macondo. En una encuesta de hace años dijeron que estábamos entre los pueblos
más felices del orbe. En esta maravilla de la naturaleza y cuna de la justicia.
Los panaderos ganan más que los maestros, cerca de casi dos millones por
promedio. Los que pertenecen al escuadrón móvil anti disturbios están más
protegidos que las enfermeras. Los ingenieros de sistemas trabajan apenas
durante dos horas, el resto trabaja por contrato. Los médicos trabajan las 24
horas y los senadores ninguna. Casi no se requieren psicólogos porque no hay
dilemas y mucho menos sociólogos porque todos sufrimos de amnesia. Un país
donde las iglesias están cerradas y los pastores ofrecen vídeo conferencias.
Para sus ministros de hacienda, cualquiera que gane el salario mínimo ya
pertenece de entrada a la clase media.
jueves, 19 de noviembre de 2020
Si el amor comenzara por el combate absurdo, por la indignación y la melancolía, y luego viniera la inapetencia y aquella tolerancia muda y resignada, para pasar a los besos desapasionados y la costumbre de la rutina, hasta llegar al deseo irracional y repentino del otro, a los gestos que arrancan el tiempo de los relojes, a las palabras que hacen harapos las ropas, al hambre de besos caníbales y a los choques de deseo que pulverizan el aliento, si los síntomas del amor se presentaran a la inversa, entonces quedaría esperanza en el mundo.
martes, 17 de noviembre de 2020
GLOSA A LA OBRA: EL ELOGIO DE LA MADRASTRA DE MARIO VARGAS LLOSA
Reposaba agazapada entre otros
anónimos libros en el viejo estante, a la espera de ser leídos, aguardando esa
imperceptible orden interior: “el abra
cadabra” mágico, que me pusiera en contacto con su secreto mundo de incógnitas,
guardadas allí en sus líneas, la pequeña obra de Vargas Llosa, de impecable
factura, con su aire de aristócrata en medio de una multitud de desgarbados y
viejos textos, cuyo titulo oscila entre lo pérfido y lo sublime.
Contiene toda la fascinación del enigma que
sugiere la extraña asociación tradicionalmente referida a las madrastras como
estereotipos de retorcidas intenciones, de acciones malvadas contra sus
hijastras: asociación que obedece a esa carga cultural que nos han creado las
literaturas infantiles con las que alimentamos la imaginación de la infancia.
Establecía la curiosa relación con ese otro histórico elogio que había hecho
Erasmo de Rótterdam sobre la locura y con Cervantes en su inmortal Quijote al
elogiar, no la locura de un protagonista demente en su pretensión de salvar al
mundo, devolviéndolo al pasado, sino la inteligencia para demostrar la magna
estulticia de pretender buscar la justicia, la equidad con medios inadecuados.
Fueron esos entre otros, algunos
de los motivos que en definitiva impulsaron la decisión por su lectura. Se
sumaba a ello esa poderosa atracción que ejerce la prosa del escritor peruano,
tradicionalmente despojada de artificios, de grandes recursos lingüísticos, de
metáforas barrocas e imaginación desbordada. Una prosa que atrapa en la
sequedad de su factura, como la de aquellos buenos vinos que no empalagan al
paladar; contrapuesta a las prosas también amenas en su momento, como las muy
exquisitas de Asturias, de Alejo Carpentier recargada de arabescos, ola del
mismo García Márquez, excitante y tropical.
Era un alto en el camino, para
variar de estilo, por otro bien diferente, como el de Llosa, austero, casi
militar de su época juvenil, como los “cachorros”de estilo espartano o el de la
ciudad y los perros o el de “la casa verde”. Cambio de estilo que de vez en
cuando, permite percibir todo el deleite que subyace en esa soberbia
construcción metódica de la palabra, como el ensamble de un “bricolaje” en el
que nada sobra, nada falta. Múltiples sugerencias que no se agotan en sus bien
esculpidas 198 paginas, que componen el singular texto en el que es tan
fundamental lo literario como lo pictórico.
lunes, 16 de noviembre de 2020
GLOSA A LA OBRA EN EL NOMBRE DE LA ROSA DE HUMBERTO ECO
Obra que encaja muy bien dentro
del carácter de las disciplinas de Humberto Eco. Construida para efectuar una experiencia de
semiología. Es toda ella un gran tratado
de interpretación de signos, bajo condiciones específicas, para llegar a
conclusiones ciertas. La novela, aunque se refiere a unos hechos criminales que
culminan con un Apocalipsis, y que son casi el pretexto para que el autor
realice una sugestiva innovación en la que sabe ensamblar, la crónica lineal,
suelta, sin ningún aparente artificio, con la novela de suspenso, el testimonio
de intrincadas diatribas medievales; por todo ello no alcanza a convertirse en
una curiosa novela policíaca, erudita, sin más. La extrapolación de un género
moderno referido a una época tan distante, el tratamiento “Sherloholmiano” (a
la Conan Doyle) a una abadía benedictina del siglo XIV, hacen de ella una obra
exquisita, clásica. Pero es algo mas que
eso. Esta es una de sus variadas y ricas
facetas que bastaría por sí sola para hacer de ella una obra fresca, y de
palpitante vigencia, por la reconstrucción de un sistema antiquísimo, saturado
de todas las angustias temores, de las luchas propias de los estertores del
Medio Evo e inicios del Renacimiento, tiene una pasmosa afinidad con nuestros
temores y pasiones con nuestras aspiraciones y nuestros vicios.
Las enconadas discusiones de la Edad Media, en la que subyacen irreconciliables intereses económicos: La pobreza de los mendicantes, los Fraticelli –frente a la riqueza del papado. El poder terrenal del papa y la autoridad del emperador. Dualismo desgarrador en el que se debaten las conciencias, de los fieles y gobernados, antagonismos de autoridades: temporal y espiritual; y finalmente el triunfo de una de ellas que nunca debió haberse constituido en poder temporal. No es propiamente lo detectivesco lo más específico ni es la característica que particularmente la emparente con nuestra época. Es más bien el pretexto para meternos en el campo de una Semiología-vivencial. El autor no introduce por un laberinto de observaciones, indagaciones, pesquisas, que nos van aclarando los hechos hasta obtener la certeza; tiene una sugestión cautivante desde su preludio inicial con el cual nos presenta la obra –recurso maravilloso que forma parte de una intriga de la que nunca queda uno “curado” pues si bien es cierto, los hechos se esclarecen al final, la intriga total queda vigente con la pérdida de los manuscritos iniciales, su autenticidad y el proceso de reconstrucción de los mismos o del monje (que fueron quienes motivaron la obra). Se trata de un monje detective que va reuniendo pacientemente sus datos y observaciones, o de un semiólogo de los signos externos, verbales, gestuales...?Guillermo de Basquervill, va acabando todos y cada uno de los signos fragmentarios, hasta componer un retablo armónico perfectamente comprensible en el que partes y todo se explican y se cohesionan como en un rompecabezas resuelto, pero sobre el cual deja gravitando una pregunta ¿será cierto?- Como buen maestro que es, nos va llenando pacientemente de la mano por ese intrincado laberinto, simbolizado en la torre.
domingo, 15 de noviembre de 2020
viernes, 13 de noviembre de 2020
miércoles, 11 de noviembre de 2020
REFLEXIONES POR JUAN CARLOS VIERA
Los
seres humanos para enfrentarnos a una sociedad que cada vez es más exigente y
competitiva lo podemos hacer de varias formas, unos toman el competir con ellos
mismos y con los demás como premisa del capitalismo salvaje que privilegia el
individuo sobre la colectividad; otros en cambio pueden asumir el esforzarse y
trabajar de forma individual y egoísta sin pensar más que en sus propósitos
como manifestación inconsciente de los instintos primarios de la supervivencia
del más fuerte o bien que esto es de unos pocos el asumir el asociarse, el
colaborar, el salir todos adelante. Estas representan tres formas de asumir la
existencia: desde la competencia, desde el egoísmo o desde la cooperación. El
ser humano es un animal social por naturaleza nos recuerda Aristóteles y se
organiza en colaboración con otros en sociedad para sobrevivir a un ambiente
hostil lo reafirma Rousseau. Pero tal parece que la propiedad y el capital
pervierten la natural conciencia humana que no puede tener existencia de planta
solitaria o alma de isla.
martes, 10 de noviembre de 2020
El libro de la memoria. Por juan Carlos Viera.
La
memoria de la familia se basa en las historias que contaban mis abuelas.
Rosalía o Efigenia. Unas mujeres descalzas, con trenzas que caían sobre sus
hombros, que tenían toda la sabiduría de los ancestros indígenas sin haber terminado
nunca la primaria y muchas veces sin saber escribir. Esas historias de amores y
odios. De enormes sacrificios o de ocultos amores. Se pasaban de una generación
a otra a modo de historias o cuentos que a ratos cambiaban de curso dependiendo
de quién los narrara a los nuevos descendientes. Muchas veces contadas con
alegría a modo de anécdotas alrededor de la mesa o en un paseo de familia en el
rio con olla y todo o la mayoría de las veces las relataba mi madre o mi tía
abuela con lágrimas en sus ojos frente al crepitar de una vela junto a un
féretro en una larga noche en la velación de un ser querido.
En tiempos más modernos esa
memoria colectiva de nuestra familia quedaba consignada en el registro de un
viejo álbum de fotos sepias, amarillentas y borrosas. En unos tonos ocres, que
iban tomando forma o perdiéndola dependiendo de la época en que fueran tomados
los retratos en la antigua cámara analógica de la tía Melba. La historia
escrita, la de ahora, ya no camina descalza si no en puntiagudos tacones, con
faldas plisadas y cabellos arreglados como de jóvenes ejecutivas o abuelas
abogadas. Le toca ahora a nuestros
futuros descendientes escribir con una pluma firme en este libro de la memoria.
Los más chicos de la familia aun no tienen suficientes recuerdos y los más
viejos ya han empezado a olvidar los suyos. Estoy pues como una temblorosa hoja
en blanco en este gran libro de la memoria. Tratando de recuperar las viejas
fotos de este viejo libro de la memoria. Me aferro a cada sutil recuerdo,
vuelvo a escuchar cada vieja historia. Pego con cariño las fotos de lo que ha
sido mi vida y siento miedo que el tiempo y el olvido se lo lleven todo.
lunes, 9 de noviembre de 2020
sábado, 7 de noviembre de 2020
viernes, 6 de noviembre de 2020
jueves, 5 de noviembre de 2020
CADA HOMBRE Y SU MITO POR JUAN CARLOS VIERA.
Debes saber ya por tu carrera y tu
estudio continuo que los mitos han alimentado la imaginación del hombre desde antaño y que la psicología en
particular se ha nutrido de ellos prolificamente, tal es el caso de Sigmun
Freud que a los desordenes de personalidad
les va atribuir nombres de mitos griegos y Carl Jung va a ser lo propio con
ellos al manifestar que todos poseemos un inconsciente individual y otro por
decirlo menos colectivo que es común a la humanidad entera, a la especie, a
nuestro genero tan caótico y oscuro.
Bueno Jung manifiesta que el ser
humano consciente o inconscientemente se identifica con un mito, pero que no
todos los mitos son felices, existen mitos trágicos, no todos son héroes y no
todos logran grandes hazañas, la mayoría de los seres mitológicos posee
existencias desgraciadas; para ilustrar lo que digo, pues basta citar a
Damocles de quien pendía una espada todo el tiempo sobre su cabeza y por ello
decimos que el tiempo es una espada de Damocles, Tántalo aquel tan travieso que
fue castigado con sentir hambre y no poder comer, tal es el destino de muchos
pueblos y etnias que en la actualidad padecen hambrunas y sequías; y el mito de
cronos el viejo dios del tiempo que se comía a sus hijos y es así que todos
somos hijos del tiempo que termina devorándonos. De tal suerte que yo también
me siento identificado con un mito y como quisiera cambiar mi fatum y que las
terribles parcas desenredaran el hilo de mi vida de otra forma. Tal parece que
vivo el mito de
Apolo y Dafne,
Apolo dios de los arqueros, de la música, de la profecía y de la luz, pero no
siempre afortunado en sus amores. Su primer amor fue la ninfa Dafne, pero ella
lo rechazó. La violenta pasión de Apolo y la resistencia de Dafne se debía a
que Eros (Cupido), irritado por las bromas del dios del sol, le disparó a él
una flecha de oro para que se enamorase de ella, mientras que a Dafne, le
dirigió una de plomo para que le rechazase. Apolo persiguió a Dafne con todo
tipo de súplicas amorosas, todas las cuales rechaza hasta llegar a orillas del
río Peneo. Aquí justo en el momento en que va a darle alcance, ella pide ayuda
a su padre, el dios del río, el cual la transforma en un laurel. Apolo se queda
de una pieza.
El otro mito trágico de los griegos es el de El mito de Sísifo: En el infierno Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, bueno vemos en la vida cotidiana a personas que nunca concluyen sus proyectos, que casi logran sus metas pero no lo hacen, padecen el síndrome del casi, casi logro tal cosas o tal otra; Y el mito final.
El mito de Pigmalión forma parte de los libros XII - XIII de Las Metamorfosis, escritas por el poeta romano Ovidio (43 a.C.-17 d.C.) cerca del año 8 D.C. Pigmalión era rey de la isla de Chipre. Era amado por su pueblo, pues era justo y gobernaba con gran sabiduría. Pigmalión también era un gran escultor y cuando no dirigía el estado se encerraba en su taller, en el que creaba imágenes de gran realismo. Hubo un tiempo en el que pasaba la mayor parte del tiempo en su taller, trabajando en secreto en una escultura. Al terminarla la mostró a todos los nobles, quienes se quedaron maravillados.
Era la estatua de
una joven de gran belleza, y estaba hecha con tanta gracia que parecía estar
viva, aunque inmóvil. Según decía, era
tan bella y perfecta como ninguna mujer verdadera podría serlo. Ordenó que
fuera cubierta con lujosas ropas, le llegó a comprar las más bellas joyas y
flores: los regalos más caros. Siguió retocándola y perfeccionándola; pasaba
horas y horas contemplándola, de vez en cuando la besaba tiernamente. Hasta que
se dio cuenta de que se había enamorado de la estatua. En una fiesta a la diosa
Venus, muy adorada en la isla de Chipre, el rey escultor suplicó: “A vosotros
¡oh dioses!, a quienes todo es posible os suplico que me deis por esposa una
doncella que se parezca a mi virgen de marfil” (según Ovidio, no se atrevió a
pedir directamente la transformación de la estatua). La diosa del amor escuchó
el pedido. Cuando Pigmalión regresó a su taller y tras horas de contemplar a la
estatua la besó en los labios y en vez de frío marfil, encontró una piel suave. En un
segundo beso, la estatua despertó y adquirió vida, transformándose en una bella
mujer real que se enamoró perdidamente del creador. Entonces Pigmalión y
Galatea (como llamó a la estatua se casaron y
vivieron felices para siempre.
DESENCUENTRO POR JUAN CARLOS VIERA
Como
han cambiado los tiempos que otrora nos parecían más gratos y las épocas se van
transformando lentamente ante nuestros ojos casi de forma imperceptible pero
constante siempre. Anteriormente las princesas de nuestros cuentos infantiles,
esperaban pacientemente dormidas que llegara un apuesto príncipe a despertarlas
con un tibio beso en la mejilla o vivían rodeadas de un número sin par de
enanos en una cabaña en el campo sin mucho más que hacer que cantar. Las más
osadas lanzaban por el alto balcón de la torre donde estaban secuestradas por
una malvada bruja o un cruel padrastro según la versión del cuento, una trenza
de cabellos dorados o un lazo hecho con telas o cobijas, otras princesas más
ingenuas visitaban a su abuela cruzando un bosque oscuro y peligroso lleno de
riesgos y de lobos hambrientos. Mas ahora en estos tenebrosos y deshumanizados
tiempos postmodernos las princesas ya no esperan, trabajan en grandes
corporaciones y ocupan prestigiosos cargos ejecutivos. Ahogadas en tiempos eternos de reuniones de
ocho a ocho y grandes eventos programados, congregadas en grupos espirituales,
o en salones de spa ya no confían en el fuerte brazo de un solitario caballero
que las salve de dragones o les recoja del suelo el pañuelo que furtivamente
han arrojado para que él lo guarde en el pecho dentro de su acerada armadura y
mire su nombre escrito en letras doradas y suspire de amor y de agonía. El
tiempo de los caballeros se ha extinguido para siempre, ya Orlando no busca a
su Oriana para defenderla, ya Tristán ya
no le canta a su amada Isolda y El quijote murió loco buscando a su hermosa
Dulcinea. Que tiempos horribles de soledad y tristeza. Se van para siempre las
ilusiones y los sueños, se pierden las utopías entre el escepticismo y la
indiferencia que estas épocas que imponen nuevos valores de producción y
eficacia. Ya el valor es desplazado por la eficiencia y la lealtad relegada por
la productividad. Ya los corceles fueron movidos por los autos deportivos y las
armaduras sin uso se oxidan en las mazmorras de los castillos, las princesas de
hoy ya no necesitan caballeros ni príncipes azules, en parte porque estos no
existen y en parte porque están tan ocupadas, tan absortas de trabajo, tan
alienadas por la rutina. Ya son auto suficientes, ya han conquistado la tan
anhelada independencia y todos los derechos que les fueron negados en la
historia. Queda tan solo el caballero de
la triste figura y su armadura oxidada perdido en el tiempo. Descendió al
averno Orfeo para rescatar a Eurídice y la perdió para siempre. Todo está
trastocado, el capitalismo salvaje ha destruido al romanticismo. Volvemos a
vivir las épocas antiguas y al resurgir de los mitos. Eros lanza sus dardos de
oro y de plomo, unos para amar y otros para despreciar, este hijo de la riqueza
(poros) y la pobreza (penia) y en su traviesa crueldad ha transformado todo,
ahora entiendo porque el amor y la muerte son hermanos.
MENSAJE ARROJADO AL MAR EN UNA BOTELLA
Somos como dos granos de sílice
que no se conocen, separados por la diminuta cintura de un reloj de arena. Como dos imágenes que se revuelcan en la
profundidad del inconsciente sin tocarse siquiera, sin saber cada uno que el
otro existe...Te parecerá absurdo que intente escribirte si no te conozco, pero
acaso mismo no es la vida un ejemplo de estupidez. No creas que justifico mi atrevimiento. Me agrada pensar que estas tontas cartas a
desconocidas son como desesperados mensajes arrojados al mar en una botella,
para que no se quien los recoja. Como un
grito desgarrador en la mitad del silencio.
Estas tontas palabras, absurdas y
sin sentido no tienen más fin que el de disiparme y ver transcurrir lentamente
las horas. Así que no tienes de que
preocuparte. Imagina que este juego es como si estuvieses “chateando” en
Internet con alguien a quien jamás has visto. Puedo escribirte tranquilo sin
temor a herirte, sin vanos prejuicios y sin convenciones; con la seguridad de
no conocer sus gustos, no puedo equivocarme. Me encanta escribir, pero no deseo
molestarle, imagino que estarás ocupada en tus quehaceres, no te sobrara el
tiempo absorbida por el mundo.
Como no puedo dormir, paso las
noches como un bombillo. Estragado de
soledad y frío, me siento al teclado a plasmar las quimeras de mi vesania. Entonces me subo en la aleta de un delfín, o
en la cola de una ballena, extiendo los brazos con las manos abiertas y quedo
colgado de la punta de una vieja estrella.
En uno de esos viajes en mis
noches eternas pude haberte visto descansando dormida. Otras veces durante la
sombra de la penumbra oscura puedo ir pegado de las polvorientas alas de una
mariposa y dejarme caer del vacío, a los hilos dorados de la araña negra,
sintiendo la muerte con sus ocho patas tejer la mortaja de rocío y seda.
En el silencio sin nombre de la
penumbra quieta, tal vez logre mirar el reflejo de tu alma escondida en el
hontanar acuoso o encubierta en la niebla...Esta carta sin nombre acaso se
parece a la hoja amarillenta y vieja desprendida de un sauce, que es arrastrada
por el aire, se mueve al garete, en medio de la tarde gris y lluviosa. Semejante a esta hoja es el ser humano que
deambula por el mundo como una veleta, sin rumbo, sin ganas; movido por la
inercia de la tramontana. Me despido
hasta que las alucinaciones y los espejismos te traigan de nuevo a poblar mis
locos omnirismos...
Y si Dios sufriera de Alzheimer. Por Juan Carlos viera.
Si por una extraña razón que
desconociéramos, por un tenue hastío que se va anidando en su mente, Dios
estuviera ya cansado de todo. El universal, el absoluto, ese viejo de barba
blanca que fundó y que sostiene el universo entre sus manos se le fueran
olvidando las cosas, lentamente sus recuerdos se le fueran borrando. Supongamos
que fuera cierto como decían las abuelas: “arriba de Dios no vive nadie.” Y si
mezcláramos ese nuevo panteísmo que esboza que Dios es la naturaleza, con las
viejas ideas del idealismo subjetivo de Berkeley que sostiene que “solo existe
Dios” o más preciso: “que fuera de la mente de Dios no existe nada”. Esas son
las inquietudes que me asaltan por estos días de auto confinamiento. Presumamos que siguiéramos este enredado
silogismo. Si todo Es Dios o mejor la
naturaleza es Divina y si la naturaleza está enferma. Por consecuencia
concluiríamos que el mismo Dios esta indispuesto. Si todos los seres humanos
que existen o que han existido habitamos únicamente o exclusivamente la mente
Divina. Conociendo la condición humana, si es verdad que todos somos creados a
semejanza suya. Concluiríamos al final que Dios está mal de la cabeza.
Las oraciones estériles de las
monjas y sacerdotes le parecerían a Dios como dolorosas migrañas. Se mostraría
el señor aturdido, confuso, irritable. Alzaría su voz en forma de tormentas
eléctricas y su llanto se derramaría en inundaciones. Estaría la mayoría de las
veces confundido, con su mirada perdida en otros universos. Sería una terrible
paradoja que durante veinte siglos la humanidad que le dio la espalda a sus
acciones se viera ahora en este tiempo, el hombre destinado a su olvido. Y si
volviera a empezar… pensaba. Arrancar de nuevo… Una voz extraña en su interior
(uno que decía ser su hijo le reclamaba). No señor es que ya no recuerdas el
quilombo del diluvio. Ya estaba muy
viejo para esas travesuras. Y si les doy otra oportunidad… susurro. Ni hablar
Yo no voy a volver a bajar allá a perder el tiempo. La idea de otros planetas
le coqueteaba de lejos pero el experimento de los marcianos había sido un
fracaso. Y otras formas de vida más avanzadas que la humana le parecían
arrogantes, formas grises alargadas o verdes y viscosos reptilianos. En definitiva, era mejor soportar la
estupidez humana que sufrir por unas serpientes con patas que se creían más
inteligentes. Algo en el fondo le recordaba una mala experiencia con las serpientes
que hablan. Pero era un recuerdo ya lejano y borroso. Se sentía cansado. Las
ideas se agolpaban sin orden, sin secuencia. Pero otra voz se semejante al
gorjeo de las palomas (ese era el espíritu santo) en el hueco de su mente vacía
le gritaba. Pero que te detiene, señor. Y haciendo un esfuerzo en recordar
otros días más luminosos, como quien mira una fotografía vieja. Al principio
azorado, después con más firmeza dijo: “porque me parece que en las salas de
los aeropuertos todavía hay oraciones sinceras, porque el dolor de los abuelos
en los hospitales me parece más real que las palabras de los pastores
mentirosos. Porque me conmueve el llanto de los bebés recién nacidos y sobre
todo el sollozos de las mujeres enamoradas. Tengo la cabeza confundida pero mi
corazón todavía funciona. La alegría de un niño pelirrojo, la sonrisa sin
dientes de una bisabuela, la fortaleza de una madre que soporta todo. Tantas
cosas sencillas y los locos, quien mejor para entenderlos”. Como un viejo león peleando contra jóvenes hienas,
los nuevos dioses le arrebataban las fuerzas. Ya el ser humano adoraba a otros
dioses extraños. El dinero en forma de becerro de oro, la avaricia en forma de
la boca hirviendo de un Moloch que devoraba el futuro. Ya sin dientes, con las
garras partidas como un viejo júpiter, peleaba entre las sombras contra los
dioses germanos. Gritaba solo, y no había nadie….